Una preocupante alerta epidemiológica se ha activado en Colombia tras el alarmante aumento de casos de fiebre amarilla. Según el más reciente informe del Ministerio de Salud, el país ha registrado 131 casos de la enfermedad entre 2024 y lo que va de 2025, con un total de 56 fallecimientos confirmados. La situación es particularmente grave en el presente año, donde ya se han reportado 108 contagios y 43 muertes, lo que subraya una rápida propagación que exige una respuesta inmediata y coordinada. Ante este panorama, la principal herramienta de defensa es la vacunación, una medida vital para detener la propagación del virus y proteger a la población.
El departamento más afectado por este brote es Tolima, que se ha convertido en el epicentro de la emergencia sanitaria. Con 111 casos confirmados y 41 muertes, Tolima concentra la gran mayoría de los contagios a nivel nacional, lo que ha puesto a sus autoridades de salud en un estado de máxima alerta. Le siguen de cerca Putumayo, con 8 casos y 6 fallecidos, y Meta, con 3 casos, todos ellos con un desenlace fatal.
La presencia del virus también se ha extendido a otras regiones, demostrando su alcance geográfico. Departamentos como Caquetá y Nariño han reportado 2 casos cada uno, ambos con una víctima mortal. En Caldas, Huila, Cauca y Guaviare se ha notificado un caso por territorio, lamentablemente todos con un desenlace fatal. La única excepción entre las áreas afectadas fue Vaupés, que registró un caso pero sin fallecimiento. Este mapa de contagios resalta la necesidad de una vigilancia constante en las zonas por debajo de los 2.000 metros sobre el nivel del mar, donde la presencia del mosquito vector es más común.
La vacunación: el escudo vital contra la enfermedad
Ante el incremento de casos y la lamentable cifra de muertes, el Ministerio de Salud ha hecho un llamado urgente a la población a tomar conciencia de la importancia de la vacunación. La vacuna contra la fiebre amarilla es la única herramienta de prevención eficaz y segura. El Ministerio ha reiterado que las personas que residen en áreas endémicas, así como aquellos que planean viajar a estas regiones, deben aplicarse la dosis. Es crucial hacerlo al menos 10 días antes del desplazamiento para que el cuerpo pueda generar la protección necesaria.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, causada por un virus de la familia Flaviviridae, que se transmite exclusivamente a través de la picadura de mosquitos infectados. Los principales vectores son los mosquitos de los géneros Aedes y Haemagogus. El Aedes aegypti, en particular, es conocido por ser el mismo mosquito que también transmite otras enfermedades tropicales como el dengue, el zika y el chikunguña. Este detalle es fundamental, pues subraya la importancia de las medidas de control de vectores en las áreas afectadas. El virus no se contagia de persona a persona, un punto que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha señalado repetidamente para evitar la desinformación y el pánico.
El nombre de la enfermedad se debe al color amarillento que adquiere la piel de algunos pacientes, un síntoma conocido como ictericia, que es resultado del daño hepático severo que puede causar el virus.
Síntomas, evolución y prevención adicional
Los síntomas de la fiebre amarilla suelen aparecer entre 3 y 6 días después de la picadura del mosquito infectado. El cuadro clínico puede variar significativamente, desde una forma leve con síntomas parecidos a los de la gripe (fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolores musculares, náuseas y fatiga) hasta una fase más grave. En esta etapa, el paciente puede presentar síntomas más serios como hemorragias (sangrado de la nariz, boca o encías), ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos) y complicaciones hepáticas y renales que, en muchos casos, pueden ser fatales.
Además de la vacunación, que sigue siendo la medida más eficaz, las autoridades de salud recomiendan a la población tomar precauciones adicionales para evitar las picaduras de mosquitos. El uso de repelentes de insectos, la ropa de manga larga y pantalones, la instalación de mallas en puertas y ventanas y, crucialmente, la eliminación de criaderos de mosquitos (como recipientes con agua estancada en los hogares y sus alrededores) son pasos fundamentales para reducir el riesgo de contagio. Estas medidas de prevención son tan importantes como la vacuna para controlar la enfermedad en las zonas afectadas y evitar que se propague a otras.
La situación actual en Colombia es un sombrío recordatorio de que las enfermedades re-emergentes representan una amenaza constante para la salud pública. La Fiebre Amarilla, a pesar de ser una enfermedad prevenible por vacuna, ha demostrado su capacidad para causar estragos cuando la cobertura de vacunación no es óptima. Por ello, la respuesta del gobierno y la colaboración de la ciudadanía son cruciales. Solo a través de la vacunación masiva y la aplicación de medidas de prevención de vectores se podrá contener este brote y proteger la vida de los colombianos, especialmente en los departamentos más vulnerables.
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