La discusión sobre el salario mínimo en Colombia para 2026 ya está en el centro del debate económico y político. Según un reciente informe del Banco de Bogotá, existe una alta probabilidad de que el ajuste para el próximo año sea de $1.600.000, lo que representaría un incremento del 12,4%, un ajuste real (descontando inflación) de más del 7%, el más alto en cuatro décadas.
Un incremento histórico en perspectiva
De acuerdo con Investigaciones Económicas (IE) del Banco de Bogotá, este tipo de incrementos son una tendencia recurrente en el último año de los gobiernos recientes. En la administración anterior, por ejemplo, el aumento real del salario mínimo superó el doble del promedio registrado en los tres años anteriores.
El informe señala que, con una inflación estimada en 5% para el cierre de 2025, el punto de partida del ajuste sería de 9,5%, lo que llevaría el salario mínimo de $1.423.500 a $1.558.773. Sin embargo, bajo un escenario político y económico particular, se considera viable que la cifra alcance los $1,6 millones.
La visión del Gobierno
El presidente Gustavo Petro ha adelantado que su último año de mandato vendrá acompañado de un “buen decreto” que elevará de manera significativa el salario mínimo. El ministro de Hacienda, Ricardo Ávila, respaldó esta idea, asegurando que los aumentos decretados han favorecido la economía y no han generado un impacto negativo sobre el empleo ni la inflación.
No obstante, estudios del Banco de la República han indicado lo contrario: los incrementos sostenidos en el salario mínimo han contribuido a elevar la informalidad laboral y han presionado al alza los precios de servicios intensivos en mano de obra, como restaurantes, peluquerías, guarderías, recreación y trabajo doméstico.
Impacto en la inflación y la economía
Para el Banco de Bogotá, la definición del salario mínimo será determinante en la evolución de la inflación de 2026. Aunque los rubros de alimentos, bienes importados y tarifas reguladas podrían mantenerse dentro del rango meta del Banco de la República (entre 2% y 4%), el componente de servicios sigue siendo el más sensible, ya que depende directamente de los costos laborales.
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Alimentos: se prevé una inflación cercana al 3,1%, apoyada en un dólar más barato, menores costos de fertilizantes y una mayor oferta agrícola.
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Bienes: cerrarían con una inflación del 3,0%, moderada por la apreciación del peso, aunque limitada por la fuerte demanda interna.
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Regulados: como energía, gas y gasolina, podrían estabilizarse en torno al 3,5%, también beneficiados por la tasa de cambio.
En contraste, la inflación de servicios podría superar el 5%, especialmente si el ajuste salarial es mayor al esperado. Según las proyecciones, un aumento de 9,5% llevaría la inflación al 4,1%, mientras que uno de 12,4% la ubicaría en 4,7%. Con la posible aprobación de una reforma tributaria, la presión inflacionaria podría incluso superar el 5% por sexto año consecutivo.
Una decisión política y económica
El debate no se limita a lo técnico: el aumento del salario mínimo de 2026 coincidirá con un año electoral. Analistas señalan que este contexto podría influir en la magnitud del ajuste, ya que el Gobierno buscaría dejar una huella política significativa en el poder adquisitivo de los colombianos.
En conclusión, mientras que un incremento fuerte del salario mínimo puede mejorar el ingreso inmediato de los hogares, también representa un riesgo de presiones inflacionarias y mayor informalidad laboral. El reto para el Gobierno será equilibrar las demandas sociales con la sostenibilidad económica del país.
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