El presidente Gustavo Petro entrega 18.000 hectáreas: tierras del narco ahora son de campesinos

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En un hecho catalogado como histórico para el campo colombiano, el presidente Gustavo Petro, junto con el director de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), Juan Felipe Harman, entregaron 18.000 hectáreas a campesinos que por años reclamaron justicia y reparación. Estas tierras, que en el pasado fueron ocupadas por narcotraficantes y paramilitares, hoy se convierten en parcelas productivas al servicio de las comunidades rurales.

Durante décadas, regiones como el Magdalena Medio fueron escenario de violencia, despojo y desplazamiento. Figuras como Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexicano”, los hermanos Castaño y el mercenario israelí Yair Klein, consolidaron allí un epicentro de guerra, masacres y terror. Sin embargo, tras años de lucha de colectivos campesinos y víctimas, la historia da un giro: la propiedad de estas tierras regresa a manos de quienes la trabajarán.

La entrega se llevó a cabo en coordinación con el Ministerio de Agricultura, la ANT y la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Se beneficiaron comunidades de 11 municipios de seis departamentos que sufrieron directamente los impactos del narcotráfico y el paramilitarismo: Cimitarra y Sabana de Torres (Santander), Puerto Nare, Puerto Triunfo, Yondó y Puerto Berrío (Antioquia), Puerto Salgar (Cundinamarca), Honda (Tolima), Puerto Boyacá (Boyacá) y La Dorada (Caldas).

Según Harman, estas tierras “sirvieron durante años como centros de operaciones y refugio de narcotraficantes y paramilitares. Hoy, en un giro histórico, dejan atrás la guerra para convertirse en territorios de vida, producción y paz”.


Campesinos que retornan a sus tierras

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El proceso beneficia a más de 10 organizaciones campesinas, muchas lideradas por mujeres y madres cabeza de hogar. Familias desplazadas que huyeron de los fusiles ahora regresan para sembrar yuca, cacao y otros productos, apostándole a la soberanía alimentaria.

Ejemplos abundan: la Finca Valle Escondido, en Puerto Salgar, que perteneció a Cristian Borda, alias “El Harlista”, usada para movilizar toneladas de cocaína hacia Estados Unidos y Europa, ahora será cultivada por campesinos. La hacienda “La Victoria”, en Caldas, tras 20 años de lucha de una asociación de pescadores, también pasa a sus manos.

Arnulfo Muñoz, pescador de Tolima y beneficiario, expresó su satisfacción: “Nunca perdí la esperanza. Luego de más de dos años recibí la llamada de la Agencia y hoy podemos decir que el presidente Petro nos cumplió”.

Por su parte, Marcela Valencia, líder de Asopricam, destacó: “Dejamos atrás el horror de la guerra para sembrar yuca, cacao y paz. Llevábamos más de 15 años solicitando esta oportunidad”.


Reparación y memoria

De acuerdo con la Comisión de la Verdad, uno de cada tres habitantes del Magdalena Medio sufrió el conflicto armado, y casi medio millón de campesinos fueron desplazados. El acceso a tierras se convirtió en una deuda histórica. Con estas entregas, no solo se materializa una reparación simbólica y económica, sino también un paso hacia la reconciliación.

Muchas de las fincas recuperadas provienen de bienes entregados por excomandantes paramilitares durante el proceso de Justicia y Paz. No obstante, por más de dos décadas permanecieron en manos de testaferros y nuevos narcotraficantes, mientras las víctimas esperaban. Hoy, gracias a la gestión de la ANT, esas tierras cumplen su propósito original: reparar y devolver la dignidad a quienes la perdieron todo.


Un nuevo capítulo para el campo colombiano

La medida representa una apuesta por la paz territorial y la recuperación de la economía campesina. Parcelas que antes fueron símbolo del miedo ahora se transforman en motores de vida y producción, impulsando la agricultura local.

La entrega de estas 18.000 hectáreas no solo responde a una política de redistribución de tierras, sino que marca el inicio de un proceso más amplio en el que las víctimas del conflicto, a través de su trabajo en el campo, podrán reconstruir el futuro de sus familias y comunidades.

Como lo expresó el director de la ANT, “estas tierras dejan de ser escenario de guerra y se convierten en territorios de esperanza. Hoy el país le da la vuelta a la página de la violencia”.


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