El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado una intensa controversia internacional tras afirmar que existe una relación directa entre el consumo de acetaminofén durante el embarazo y el diagnóstico de autismo en niños. La noticia, adelantada por el Washington Post a partir de fuentes cercanas a su administración, ha encendido el debate entre autoridades médicas, científicos y el sector farmacéutico.
El anuncio de la administración Trump
De acuerdo con el reporte, la administración Trump planea emitir una advertencia oficial dirigida a las mujeres embarazadas, recomendando evitar el uso de Tylenol —marca más conocida del acetaminofén— salvo en casos de fiebre. La filtración del informe impactó de inmediato los mercados: las acciones de Kenvue Inc., fabricante de Tylenol, cayeron tras conocerse la noticia.
Trump, por su parte, adelantó que este lunes ofrecerá “una de las conferencias de prensa más importantes” de su carrera, en la que hablará sobre el autismo. “Creemos haber encontrado una solución al autismo. Obviamente, algo anda muy mal; creemos saber qué es”, declaró durante un evento público en honor al activista conservador Charlie Kirk.
Kenvue y la comunidad científica responden
La farmacéutica Kenvue reaccionó de inmediato con un comunicado oficial en el que rechazó categóricamente cualquier vínculo entre el acetaminofén y el autismo.
“La ciencia independiente y sólida demuestra que tomar acetaminofén no causa autismo. Más de una década de rigurosa investigación, avalada por organismos reguladores de la salud en todo el mundo, confirma que no existe evidencia creíble que lo vincule con trastornos del desarrollo”, señaló la compañía.
Expertos médicos internacionales respaldaron esta postura, recordando que a finales de 2023 una jueza federal en Nueva York desestimó cientos de demandas contra fabricantes de acetaminofén, al concluir que los demandantes se basaban en datos defectuosos.
Asimismo, un estudio sueco de 2024 que examinó los registros de más de 2,5 millones de niños nacidos entre 1995 y 2019 concluyó que no había un mayor riesgo de autismo en madres que consumieron acetaminofén durante el embarazo.
El otro fármaco que impulsa Trump: la leucovorina
En paralelo, la administración Trump promueve el uso de la leucovorina como un posible tratamiento para el autismo. Este fármaco, utilizado habitualmente en pacientes oncológicos para mitigar efectos secundarios de terapias agresivas, no cuenta con evidencia científica que lo avale como tratamiento para los trastornos del espectro autista.
Investigadores advierten que esta propuesta podría generar falsas expectativas entre familias que buscan alternativas para sus hijos y recomiendan cautela frente a anuncios políticos que no estén respaldados por estudios clínicos serios.
Riesgos en la salud pública
El acetaminofén es uno de los analgésicos más consumidos en el mundo, utilizado tanto por adultos como por niños. Ante ello, especialistas en salud pública subrayan que declaraciones como las de Trump podrían generar temor en mujeres embarazadas, llevándolas a suspender el uso de un medicamento considerado seguro bajo supervisión médica.
En situaciones de fiebre alta o dolor intenso durante el embarazo, no tratar adecuadamente los síntomas podría representar riesgos más graves que el propio consumo del medicamento.
Ciencia vs. política
La controversia pone en evidencia cómo la política puede alterar la percepción pública de la ciencia y la salud. Mientras el presidente Trump insiste en señalar un posible vínculo entre el acetaminofén y el autismo, la evidencia médica disponible indica lo contrario.
Por ahora, la expectativa recae en la conferencia de prensa del lunes, donde Trump promete revelar más detalles sobre lo que considera un “descubrimiento histórico”. Sin embargo, expertos recuerdan que cualquier recomendación debe basarse en estudios clínicos revisados y validados, no en declaraciones políticas.
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